miércoles, 26 de septiembre de 2007

Trazas de sueños

Cuando llego a la cima no sabía por que había subido. Estaba claro que no era por su apetencia pues odiaba las alturas y estar hay en esa roca, agarrado con las uñas, no parecía idea suya. A si que ¿Qué hacia subido a tan alta roca?
(Se podía divisar todo el mundo y parte de las estrellas)
¿Y que hacia ese hombre vestido de negro y totalmente pálido, de pie, frente a el?
El hombre pálido se inclino, sus ojos brillaron con mil estrellas por pupilas y al hablar el viento parecía más calido de lo habitual.
No sabia lo que le daba mas pánico, si la altura en si o la caída de después, tampoco se cuestiono como había llegado el hombre pálido arriba del todo. Y así se lo hizo saber.
Todo era cuestión de perspectiva, según el hombre pálido. El como había llegado a esa roca era secundario lo importante es que estaban ahí; en aquel lugar tan alto.
Si bien la perspectiva no le gustaba también era inevitable según podía ver.
También podía bajar, tirarse o…
No comprendía bien ese o… y el hombre pálido se lo explico gustoso.
Podía seguir subiendo, podía bajar, podía tirarse incluso podía quedarse toda la vida enganchado a la roca, pero también podía utilizar otra alternativa que no se le había ocurrido.
Pasaron mil años, que dieron paso a dos mil años mas y por fin una mañana miro al hombre de ojos de diamante y dijo que ya sabia la respuesta y se soltó.
No se precipito al vació, ni se quedo en la roca, ni se mato…




No tenemos por que tener solo dos opciones ¿verdad?

Basado en un cuento de Neil Gaiman

1 comentario:

Tamaruca dijo...

:)

No, siempre hay más ángulos desde el que observar el prisma...

Un besito Sr. A